La Fiesta de los Quince es una tradición muy frecuentada en casi toda America Latina, se organiza una celebración por todo lo alto para celebrar los 15 años de las adolescentes que nada tiene que envidiar a una boda. Angie cumplió 15 años y su madre es originaria de Honduras pero ella nació en Cataluña y por aquí no existe esa tradición, así que decidió no celebrar ese día como se estila en sus raíces. No obstante si que querían hacer algo especial para no dejar que su decimoquinto cumpleaños pasará como cualquier otro así que Dania, la madre de Angie, me contactó para hacer una sesión a su hija. Angie y yo nacimos en el mismo pueblo y como ella celebré mis 15 años en él, así que les propuse como localización uno de los espacios en los que yo había estado mil veces de pequeño y que es donde se alza el puente más viejo del pueblo.
Angie es risueña pero también tímida, así que empezamos con un poco de risas con las tonterías que salen de mi boca, que parece que al menos relajan a la gente. Esto de hablar por los codos sin ni pensar, de algo tenia que servir además de para meter la pata a veces 😛 . Y así, poco a poco, se fue soltando, disfrutando, jugando, porque como siempre digo, esto es un trabajo bidireccional, contra más me deis más puedo sacar de vosotros y eso solo se consigue de verdad con la naturalidad.
Y esta vez probé cosas nuevas que me dieron un resultado magnífico, jugando con los contrastes y esa luz que solo el fuego, aunque sea a chispitas, puede dar. Junto con los tonos de las nubes al atardecer de un día con una magnífica luz inesperada, todo a pedir de boca.