fbpx

Con Gabri y Edu descubrí diversas cosas: La primera fue las mejores patatas bravas de Barcelona cuando quedamos por primera vez para hablar de la boda. La segunda a ellos, dos personas con una sonrisa constante, una forma sincera y transparente de mirarse y un amor de los de verdad. Con esta premisa la boda no pudo ser más que un reflejo de todo ello y eso lo vi meses antes de que llegara el día.

Día que empezó de buena mañana con un montón de nubes grisáceas encima de La Farinera de Sant Lluís. Pero ese manto de malos augurios para el día desapareció sin dejar rastro a los pocos minutos, dejando paso a un sol impresionante que duró todo el día.

 

 

 

 

Así pues todo comenzó como siguió, mejorando a cada momento, levantando emociones en cada parlamento de la ceremonia, amigos y familiares hablando de ellos, con miradas sinceras, risas de anécdotas, de momentos vividos recordados con nostalgia, una reunión de sensaciones, un grito de pura felicidad compartida, porque ser feliz por los que quieres genera todavía más felicidad y, en definitiva, la felicidad existe por los pequeños momentos que se transforman en enormes. Eso es una boda, un cúmulo de pequeños momentos capitaneados por un sentimiento que lo impregna todo.

No pude evitar soltar alguna lágrima durante esa magnífica ceremonia y es que conectar con lo que fotografío es una de las cosas más importantes para mi, para que lo que capturo exprese el alma de lo que sucede.

Y a partir de aquí todos son momentos fluyendo, sin pensar, sintiendo, viviendo, amando, disfrutando.

Los mejores momentos son los que compartes. Lo mejor de la vida es compartirla.

  • Share: